martes, 27 de noviembre de 2012

Poema Valseado

Un bandoneón que mi tristeza tiene escrita,
hoy dos temblores me ha mezclado en la garganta:
con gusto a Sur, me dió el temblor de Milonguita,
y otro -peor- que sabe a Norte y nadie canta!

Del bandoneón, que huele a sombra de macroses,
oigo el arcángel de la prostibulería,
frasear su acorde canallesco a siete voces
que suenan siete y son -siempre-

Si hasta el abrazo de morir me siento en celo,
y me lo arranco un poco en cada gatería,
que duelo habrá que ya no alcance a ser mi duelo!
que parda trampa que no pueda ser ya mía!

 Y seré un resto de ceniza entanguecida;
y el medio amor, desde el final, me hará su guiño,
y, aún, arderé, por dos monedas, otra vida,
sobre un lunático repliegue del corpiño.

Seré más triste, más descarte, más robada
que el tango atróz que nadie ha sido todavía;
y a Dios daré, muerta y de trote hacia la nada,
el espasmódico temblor de cien Marías...

Un nuevo viento de la rosa de los vientos
remueve el son de un bandoneón en mi retiro.
Y el bandoneón tiene una bala en el aliento
para gritar mi muerte al son de un sólo tiro...


Piazzolla

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