martes, 27 de noviembre de 2012

Melt my heart to stone

http://www.youtube.com/watch?v=bi2Bof7jusc

Poema Valseado

Un bandoneón que mi tristeza tiene escrita,
hoy dos temblores me ha mezclado en la garganta:
con gusto a Sur, me dió el temblor de Milonguita,
y otro -peor- que sabe a Norte y nadie canta!

Del bandoneón, que huele a sombra de macroses,
oigo el arcángel de la prostibulería,
frasear su acorde canallesco a siete voces
que suenan siete y son -siempre-

Si hasta el abrazo de morir me siento en celo,
y me lo arranco un poco en cada gatería,
que duelo habrá que ya no alcance a ser mi duelo!
que parda trampa que no pueda ser ya mía!

 Y seré un resto de ceniza entanguecida;
y el medio amor, desde el final, me hará su guiño,
y, aún, arderé, por dos monedas, otra vida,
sobre un lunático repliegue del corpiño.

Seré más triste, más descarte, más robada
que el tango atróz que nadie ha sido todavía;
y a Dios daré, muerta y de trote hacia la nada,
el espasmódico temblor de cien Marías...

Un nuevo viento de la rosa de los vientos
remueve el son de un bandoneón en mi retiro.
Y el bandoneón tiene una bala en el aliento
para gritar mi muerte al son de un sólo tiro...


Piazzolla

domingo, 25 de noviembre de 2012

Ahora y yo

Éste imbécil que cree en sus palabras, es un cobarde, un estafador de sí mismo. No plasma el paisaje que ve, sino que lo deforma a su conveniencia. Le teme a las horas y se endulza el ego con heridas, mientras una ovación da asilo a su aguardiente queja.

Se chupa los días pensando que en algún momento, frente al espejo, le rinda mis honores.

Joaquín Valsalva.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Todos tienen quien no los quiera



Todos tienen quién no los quiera

¡Qué tristes los que no nos quieren!
No ven la nieve decorar nuestros jardines.
No pueden sentir lo que nosotros vemos, la cascada de sus ojos,
el bosque, la llanura de su pecho con sus infinitos animales.
Pobres los que no nos quieren, no cantan al alba,
ni se embellecen con el abrazo de la noche.
Se esconden de nuestros secretos.
Pierden partes nuestras; las infravaloran.

¡Qué tristes los que no nos quieren!
Se piensan tan ajenos,
lastran el oleaje de un momento.
Mueren al punto.


No contagian nuestros besos.
No se juegan la piel.

No aman su algarabía,
su flujo ancestral del alma salpicar.


¡Qué tristes los que no nos quieren!
Nos amantan la queja,
nos flagelan la memoria.
Sufren con el otro,
mascando el mirar del tiempo a prisa.
No se embeben con la tormenta.
No se atisban rezos.

Pobres los que no nos quieren.
Tienen tanto miedo de sí mismos,
que anclan la vida a un desprecio.
 
 Noek Izardui

jueves, 8 de noviembre de 2012

Oda a las abuelitas de antes



Me pasa que llegas y no estás, pasa que mi vientre se ha hinchado ya 8 veces, y en ninguna me ayudabas a salir, solo entrabas. Me pasa que hay días tan jodidos, pero los barro, los trapeo, los cocino… Y también a los buenos.
Me pasa que si me siento bien, algo anda mal. Si me voy seria una puta, si me quedo una cobarde. Y si me mato, una pecadora.
Que se debe hacer cuando se pasan 40 años haciéndose a la idea de que mi condición es la más sagrada que se pueda encontrar? Que debería estar agradecida de dar vida, agradecer la comida que mi buen hombre trae a la casa. Que por ser mujer, soy bella, pero que lo que se aprecia es que cuide mi belleza de tal manera que esta no se vea demasiado obvia. No puedo quejarme de eso, en otros países las mujeres andan todas con la cara tapada, la cosa no esta tan mal como me parece. Además, porque querría verme yo bonita? Que acaso no tengo ya un hombre que me adora?, también tengo hijos! Que tonta soy. La casa esta toda sucia, debería estar haciendo algo de provecho en vez de pensar tonterías.
Cuando él me toma  (y no viene borracho) , tengo que fingir que no me emociono, que pensaría de mi? Que me gusta?  Que me gustaría hacerlo con otro?, no, aparte Dios me ve, nos ve, y Dios, el también es hombre.
72 meses de enfermedad, cada nueve meses se aliviaba.

Cicatriz II



Los recuerdos se clavan a veces más profundo de lo que realmente quisiéramos que se claven. Y podemos comparar algunos intentos de olvidar como una de esas espinas de nopal, que en cuanto más la tocas para sacarla, mas se hunde la ingrata.
Me miro a los ojos y ahí están, pero seguro estoy que no me quiero arrancar mis ojos, al menos no todavía. El caso es que estos recuerdos, tan vivos, tan muertos, cálidos, como el cuerpo de un perro recién atropellado, no me dejan hacer muchas veces lo que desearía. Imagina que alguna vez te cortaran las manos, un día quieres acariciar a tu mujer deseosa y recuerdas que te cortaron las manos, esta jodido no?, ya me entiendes. Si, sé que estoy siendo algo ridículo comparando mi pobre dolor mental con el tuyo, manco triste, dueño ahora de dos muñones (lástima que ni de eso eres dueño), pero entiende que trabajo en una carnicería, y por recordar alguno de estos males de los que te hablo, podríamos estar hablando tu y yo junto a nuestras amputaciones alegres de comprensión. Ves ahora mi tristeza?
Las pendejadas que me pongo a inventar para no andar pensando en cosas de las cuales no quiero meditar…Ves ahora?

Sep. 08

Cicatriz




Algunas letras se me salen de la boca, otras de las manos, pero nunca de la cabeza, y en verdad digo que quisiera sacarme alguna cuantas. La cabeza es una jaula, hogar de contradicciones. Porque no puede ser un poco como las manos?
La buena cabeza es tu amiga, te ayuda a pensar. Sí, pero a qué precio. Que amargado, cuando sucede que una mano te ayude a recordar algo hermoso?, valora a tu cabeza. Ves, tu sabes, adorada cabeza, que tan mala puedes llegar a ser, que acabas de afirmar que mis manos no recuerdan. Mis manos son lo más noble que tengo, no necesitan pensar para guardar recuerdos.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Los ejes de mi carreta


Nos pasamos la vida tratando de resolver los dilemas, buscando informarnos sobre lo que necesitamos saber para triunfar en las tareas que creemos esenciales para sobrevivir. Pero hemos gastado incontables vidas sufriendo la pérdida de todo una y otra vez, y todo porque no nos hemos dado cuenta de eso que en realidad somos. Hemos creído que éramos los absolutos centros de la vida, luchando contra u
n entorno hostil, tratando de prolongar nuestra existencia contra todo lo extraño. Nunca hemos reconocido que nuestra inteligencia en sí misma es lo mismo que la fuerza que mantiene todas las cosas unidas, que siempre hemos sido esencialmente uno con nuestro mayor logro, nuestro objetivo esencial. Así que siempre hemos temido, luchado, peleado, sufrido y situado nuestro esfuerzo en exactamente la dirección contraria.
 
 El gran libro de la liberación natural mediante la comprensión en el estado intermedio.