domingo, 23 de agosto de 2009

Dándole de tragar al Diablo.

Pastora era blanca, muy delgada y bajita. Tampoco se casó, creo que es muy bueno no casarse, aunque es terrible el ansia de hombre en esos días, en esos terribles días donde todo parece resonar de diferente forma, donde hasta las paredes y las piedras parecen palpitar de un gozo extraño e irrepetible. En esos días donde basta una sola mirada de un hombre para caer fulminada con aquellas sustancias que nos suben desde nuestra parte prohibida al corazón y del corazón a los ojos para chocarse, abrazarse, con esa imagen retenida del varón. Eran días que se hacian noches, donde era mejor tener la tina lista con agua serenada al frío para aplacar la gula de los diablos o la magia de los ángeles o el fuego santo de la creación metido en cada una de nosotras. Bendita tina, bendita damajuana del rincón, bendita agua, bendito grito de lobos en la noche, maldito llanto de los gatos en los tapancos y tejados; malditos burros y caballos impertinentes osados y templados mientras nosotras reprimidas. Benditos sexos humanos, benditos los que probaron la miel y los que nada como Pastora, Evelia, Porfiria y yo que, tambien benditas porque las ganas de esos días al no encontrar acomodo en brazos de hombre se andaban por todo el cuerpo como si en algún lugar les fueran a dar sosiego y nada, nada en las piernas, nada en las manos, nada en los pies, nada en las nalgas, nada en la boca, nada en los oídos, ninguna palabra, sólo el "ay Dios mio misericordioso, aleja de mí este mal, no me dejes caer en la tentación, líbrame del Satán,y si no me oyes, mejor", entonces las ansias se subían más allá de la cabeza y se hacían aureola, luz, risa y resignación. Nos hicimos vírgenes, vírgenes mensas, o al menos yo, sola y desvelando a más de tres por mis amores y encantos. Tan bonita flor era, que nadie quiso cortarla para sí. Y yo sufriendo la necesidad. Benditas fuimos por aguantarnos las malditas ganas... ¿o viceversa?


Arturo Meza

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