lunes, 2 de junio de 2014

Guía de las obras del Bodhisattva

              
 Aquellos que desean eliminar su propio sufrimiento, aquellos que desean disipar el sufrimiento de los demás y aquellos que desean disfrutar de inmensa felicidad, no deben abandonar nunca la práctica de la bodhichita.

Aunque los seres sintientes desean liberarse del sufrimiento, no dejan de crear sus causas, y aunque desean la felicidad, debido a su ignorancia la destruyen como si fuera su enemigo.

 Al igual que lo que experimento en un sueño, todo aquello de lo que disfruto ahora se convertirá en un vago recuerdo, puesto que lo que ya ha sucedido nunca volverá

Que me convierta en un tesoro inagotable para los pobres y destituidos.
Que me transforme en todo lo que necesiten y esté siempre a su disposición.

A partir de este momento, sin sentimiento de pérdida, ofrezco mi cuerpo, mi riqueza y mis virtudes acumuladas en los tres tiempos, para ayudar a todos los seres sintientes, mis madres.

Por estas razones, Buda, el Ser Bienaventurado, dijo que es tan difícil obtener una existencia humana como que una tortuga introduzca su cabeza en una argolla flotando a la deriva en un gran acéano.

Los enemigos internos del odio, el apego y demás engaños carecen de brazos y piernas, y no tienen coraje ni habilidad, ¿cómo entonces, han conseguido convertirme en su esclavo?.
Mientras moran en mi mente me perjudican a su antojo  y yo, sin enfadarme, los tolero con paciencia. ¡Qué vergüenza¡ este no es el momento de ser pacientes.

Un elefante salvaje enloquecido no puede provocar tanto daño en este mundo como los sufrimientos de los infiernos más profundos causados por el elefante desbocado de nuestra mente. Pero si sujetamos por todas partes con firmeza el elefante de nuestra mente con la soga de la retentiva, nuestros temores desaparecerán y las virtudes caerán en nuestras manos.

Incluso aquellos que desean encontrar la felicidad y evitar el sufrimiento vagarán sin rumbo ni objetivo si no practican el adiestramiento de la mente, el Dharma supremo y principal.
Por lo tanto, vigilaré de cerca mi mente y la protegeré de lo que impropio. Si la disciplina de vigilar la mente, ¿de qué me sirven las demás disciplinas?.

Al igual que aquello que padecen una enfermedad no tienen fuerzas para realizar ningún trabajo físico, aquello cuyas mentes están aturdidas por la confusión tampoco las tienen para realizar ninguna acción virtuosa.
Debo prepararme para cualquier actividad pensando:  “Mi cuerpo y mi mente han de conservar la serenidad”, y de vez en cuando he de analizar con detenimiento lo que estoy haciendo.

Cuando vaya a surgir en mi mente el apego o el enfado, no debo hacer ni decir nada, si no permanecer impasible como un trozo de madera.

¿Por qué, mente, consideras que este cuerpo es tuyo y te aferras a él con tanto apego?
   Solo lo has tomado prestado de otros y pronto te será arrebatado.
¿Por qué, mente confusa, no te aferras a un objeto de madera limpio?  ¿ De qué sirve aferrarse a esta máquina podrida que no es más que un montón de impurezas?

Voy a considerar mi cuerpo como una barca, un vehículo para ir y venir, y para que todos los seres sintientes disfruten de bienestar, lo transformaré en una joya iluminada que colma todos los deseos.

No hay peor maldad que el odio ni mejor virtud que la paciencia.  Por lo tanto, debo esforzarme en lo posible por familiarizarme con la práctica de la paciencia.
Si guardo dolorosos sentimientos de odio, no disfrutaré de paz interior ni encontraré alegría ni felicidad, estaré inquieto y seré incapaz de dormir.

Si tengo que hacer lo que no quiero o no se cumplen mis deseos, siento malestar, que se convierte en el combustible del malestar que mi odio aumente y me perjudique.
Si algo tiene solución, ¿qué necesidad de preocuparse?, y si no la tiene, tampoco sirve de nada hacerlo.

Además el sufrimiento tiene muy buenas cualidades, al experimentarlo eliminamos el orgullo, generamos compasión por los que están atrapados en el samsara, abandonamos el mal y nos deleitamos en la virtud.
Si una persona nos ataca con un palo u otra arma, por lo general nos enfadamos con ella, pero como su intención está gobernada por el odio, en realidad deberíamos dirigir nuestra ira contra ese odio.

Si una persona se despertase de un sueño en el que ha disfrutado de cien años de felicidad, y otra se despertase de otro en el que ha disfrutad de felicidad durante un solo momento, una vez despiertas, las dos se encontrarían en la misma situación, puesto que ninguna podría recuperar su felicidad. Del mismo modo, tanto si nuestra vida es larga o corta, al morir todo terminará igual.

E incluso si tu enemigo sufriera como deseas, ¿cómo te beneficiaría a ti?   Si me respondes: “por lo menos, me sentiría satisfecho”, ¿existe, acaso, mente más infame que esta?
Aquellos que me hacen sufrir son como Budas que me conceden bendiciones. Puesto que me conducen por el camino de la liberación,  ¿por qué voy a enfadarme con ellos?.
Sin lugar a dudas, los compasivos Budas han alcanzado la realización de cambiarse por todos los seres sintientes.  Por lo tanto, puesto que la naturaleza de los seres sintientes es la misma que la de los Budas, demos mostrarles el mismo respeto.

Sin desanimarme, debo acumular méritos y sabiduría, y esforzarme por controlar mi mente como retentiva y vigilancia mental.  Luego he de igualarme con los demás y adiestrarme en cambiarme por ellos.

El Bodhisatva ha abandonado las acciones perjudiciales y, por lo tanto, no experimenta sufrimiento físico, y puesto que realiza la vacuidad con claridad, tampoco se siente dolor mental.  En cambio nosotros estamos afligidos por las concepciones erróneas y nuestros cuerpos y mentes sufren por culpa de las acciones perjudiciales.

Los cuatro poderes que nos ayudan a beneficiar a los demás son:   El poder de la aspiración, el de la perseverancia, el del gozo y el de la relajación.   El poder de la aspiración se genera contemplando los beneficios de las acciones virtuosas y temiendo al ciclo de sufrimientos.

Siento un intenso anhelo por adquirir objetos de deseo que, como la miel sobre el filo de una navaja, no producen verdadera satisfacción.  Sería mucho mejor sentir anhelo por realizar acciones virtuosas, que son la causa de la felicidad duradera de la liberación del sufrimiento.

Tras comprender que es posible eliminar por completo los engaños con la unión de la permanencia apacible y la visión superior, debo esforzarme por alcanzar la permanencia apacible y abandonar voluntariamente el apego de la vida mundana.

¿Por qué me enfado cuando alguien me critica y me alegro cuando me alaba?  Tanto las criticas como las alabanzas son meras palabras vacías, como un eco en una cueva.

Me retiraré a un comentario y meditaré sobre la impermanencia de mi cuerpo pensando que en realidad no es diferente de un cadáver, puesto que ambos se descomponen a cada momento.

Al igual que un viajero no tiene un apego a la posada donde se hospeda durante una noche, yo tampoco debo tener apego a este cuerpo, que es mi posada solo durante este renacimiento.

 En primer lugar, debo practicar la meditación de igualarme con los demás. Puesto que todos somos iguales en que deseamos ser felices y evitar el sufrimiento, debo estimar a todos los seres tanto como a mí mismo.

Tras considerar las desventajas de estimarme a mí mismo y las innumerables buenas cualidades de estimar a los demás, debo eliminar la estimación propia por completo y habituarme a estimar a los demás. Al igual que considero mis manos y demás como partes de mi cuerpo, también debo considerar a todos los seres, como parte de una misma unidad viva.

Toda la felicidad de este mundo surge del deseo de ayudar a los demás a ser felices, mientras que todo el sufrimiento surge de desear nuestra propia felicidad. ¿Qué necesidad hay de muchas explicaciones?   La persona inmadura trabaja por su propio beneficio, mientras que los Budas trabajan solo por el beneficio de los demás.  ¡Observa la diferencia entre ambos¡.

Al igual que sin extinguir el fuego no podemos evitar quemarnos, sin eliminar la estimación propia no podemos liberarnos del sufrimiento. Por lo tanto, para eliminar mi sufrimiento y el de los demás, me pondré al servicio de estos últimos y los consideraré tan importantes como yo mismo. En resumen, que el daño que he causado a los demás por mi beneficio vuelva y caiga sobre mí por su beneficio.

 Hay dos verdades: convencionales y últimas. La verdad última, la vacuidad, es un fenómeno negativo no afirmante que no puede ser realizado de manera directa por una mente con apariencias duales porque esta es una mente con apariencias duales porque esta es una mente convencional y, por lo tanto, una percepción errónea.

Las formas que percibimos de manera directa son meras apariencias en la mente. Son falsas por que la manera en que aparecen no se corresponde con el modo en que existen, al igual que normalmente se considera que el cuerpo humano es limpio cuando en realidad no lo es.
No tenemos la intención de refutar la existencia de la conciencia visual, auditiva o cualquier otra. Lo que debemos abandonar es la percepción que se aferra a las formas y demás fenómenos con existencia verdadera, la causa principal del sufrimiento.
Finalmente, cuando la existencia verdadera de los objetos funcionales y la de la vacuidad dejen de aparecer en la mente, puesto que no hay ninguna otra apariencia de existencia verdadera, la mente permanecerá en el apacible estado resultante donde todas las concepciones han cesado.

Si hubiera un yo con existencia inherente, tendría sentido tener miedo, pero como este yo no existe, ¿quién es el que tiene miedo? Los dientes, el cabello o las uñas no son el yo ni tampoco los huesos ni la sangre. Las mucosidades y flemas no son el yo ni tampoco la linfa ni la pus. La grasa y el sudor del cuerpo no son el yo ni tampoco los pulmones ni el hígado. Ninguno de los demás órganos internos son el yo ni tampoco el excremento ni la orina.
La carne y la piel no son el yo ni tampoco el calor del cuerpo ni los aires internos. Las cavidades del cuerpo son el yo ni tampoco ninguna de las seis conciencias.

Lo que debemos eliminar son el sufrimiento y sus  causas, y es la ignorancia del aferramiento propio la que aumenta las perturbaciones mentales y el sufrimiento.
<<Pero es imposible eliminar el aferramiento propio de manera permanente>>.
No es imposible, y la meditación en la ausencia de entidad propia o vacuidad es el método supremo para conseguirlo.

El antídoto para eliminar el aferramiento a las sensaciones con existencia verdadera es la contemplación y meditación en la carencia de existencia verdadera.
La visión superior que surge del análisis de esta vacuidad en permanencia apacible es el alimento que nutre las realizaciones del yogui.

La conciencia mental no es el cuerpo ni algo inherentemente distinto de él.  No esta mezclada con el cuerpo ni tampoco está completamente separada de él.
Ni la más pequeñas de sus partes tiene existencia verdadera.
Esta carencia de existencia verdadera, la vacuidad de la mente, se denomina  estado natural del nirvana.

En el samsara hay innumerables trampas que nos conducen al sufrimiento.
En lugar de encontrar el camino de la vacuidad, que nos conduce a la libertad, seguimos atrapados por su opuesto, el aferramiento a la existencia verdadera.
 Si mientras permanecemos en el samsara no encontramos el camino de la vacuidad.

Que pueda yo extinguir el fuego del sufrimiento que atormenta a estos seres con una abundante lluvia de felicidad que descienda de las nubes de mis méritos, y dotado de la sabiduría que realiza la carencia de existencia verdadera, puede enseñar la vacuidad a todos los seres sintientes que sufren debido a su aferramiento propio.

Bodichita Término sánscrito que significa “mente de la iluminación”. Bodhi quiere decir “iluminación”, y chita, “mente”. Puede ser de dos clases: convencional y última. Por lo general, cuando se habla de bodhichita, se hace referencia a la acepción convencional, la mente primaria motivada por la gran compasión que desea de manera espontánea alcanzar la iluminación por el beneficio de todos los seres sintientes, y puede ser aspirante o comprometida. La bodhichita última es la sabiduría que realiza la vacuidad, la naturaleza última de los fenómenos, de manera directa, y está motivada por la bodhichita convencional.

Meditación. Método para familiarizar la mente de manera constante y profunda con un objeto virtuoso. Es una acción mental con la que se cultiva la paz interior. Hay dos clases de meditación: analítica y de emplazamiento. Cuando utilizamos nuestra imaginación, memoria y capacidad de razonamiento para encontrar el objeto en que queremos concentrarnos estamos realizando una meditación analítica. Cuando encontramos el objeto y lo mantenemos en concentración de manera convergente, estamos realizando la meditación de emplazamiento. Existen innumerables objetos de meditación. Algunos, como la impermanencia o la vacuidad son objetos que la aprehende la mente. Otros, como el amor, la compasión y la renuncia, son actitudes o estados mentales. Primero realizamos una meditación analítica hasta que el objeto en particular que hayamos elegido aparece en nuestra mente o hayamos generado la actitud mental deseada. Este objeto o actitud mental es nuestro objeto de meditación.
GUIA DE LAS OBRAS DEL Bodhisatva.   Autor: Shantideva.    Editorial: Tharpa.  España (2002) Pág. 224
                

Mente conceptual Pensamiento que aprehende su objeto por medio de una imagen genérica. Véase Comprensión de la mente.
Mente primaria Término sinónimo de conciencia. Conocedor que aprehende principalmente de la mera entidad de un objeto. Hay seis clases de mentes primarias: Visual, auditiva, olfativa, gustativa, corporal y mental. Cada momento de la mente está compuesto por una mente primaria y varios factores mentales. Estos dos forman una misma entidad, pero tienen diferentes funciones. Véase  Comprensión de la mente.

Ocho preocupaciones mundanas. Alegrarse o entristecerse en exceso cuando experimentamos, respectivamente, felicidad o sufrimiento, riqueza o pobreza, al recibir alabanzas o criticas, o al tener una buena o mala reputación. Se denominan de este modo por que las personas mundanas se esfuerzan en todo momento por disfrutar de circunstancias favorables y evitar las desfavorables.



GUIA DE LAS OBRAS DEL Bodhisatva.   Autor: Shantideva.    Editorial: Tharpa.  España (2002) Pág.  232

No hay comentarios:

Publicar un comentario