Los recuerdos se clavan a veces más profundo de lo que
realmente quisiéramos que se claven. Y podemos comparar algunos intentos de
olvidar como una de esas espinas de nopal, que en cuanto más la tocas para
sacarla, mas se hunde la ingrata.
Me miro a los ojos y ahí están, pero seguro estoy que no me
quiero arrancar mis ojos, al menos no todavía. El caso es que estos recuerdos,
tan vivos, tan muertos, cálidos, como el cuerpo de un perro recién atropellado,
no me dejan hacer muchas veces lo que desearía. Imagina que alguna vez te
cortaran las manos, un día quieres acariciar a tu mujer deseosa y recuerdas que
te cortaron las manos, esta jodido no?, ya me entiendes. Si, sé que estoy
siendo algo ridículo comparando mi pobre dolor mental con el tuyo, manco
triste, dueño ahora de dos muñones (lástima que ni de eso eres dueño), pero
entiende que trabajo en una carnicería, y por recordar alguno de estos males de
los que te hablo, podríamos estar hablando tu y yo junto a nuestras
amputaciones alegres de comprensión. Ves ahora mi tristeza?
Las pendejadas que me pongo a inventar para no andar
pensando en cosas de las cuales no quiero meditar…Ves ahora?
Sep. 08
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