
LA REINA
Yo te he nombrado reina.
- Hay más altas que tú, más altas.
- Hay más puras que tú, más puras.
- Hay más bellas que tú, hay más bellas.
- Pero tú eres la reina.
- Cuando vas por las calles
- nadie te reconoce.
- Nadie ve tu corona de cristal, nadie mira
- la alfombra de oro rojo
- que pisas donde pasas,
- la alfombra que no existe.
-
- Y cuando asomas
- suenan todos los ríos
- en mi cuerpo, sacuden
- el cielo las campanas,
- y un himno llena el mundo.
-
- Sólo tú y Yo,
- sólo tú y yo, amor mío,
- lo escuchamos.
- SI TÚ ME OLVIDAS
-
- Quiero que sepas
- una cosa.
-
- Tú sabes cómo es esto:
- si miro
- la luna de cristal, la rama roja
- del lento otoño en mi ventana,
- si toco
- junto al fuego
- la impalpable ceniza
- o el arrugado cuerpo de la leña,
- todo me lleva a ti,
- como si todo lo que existe,
- aromas, luz, metales,
- fueran pequeños barcos que navegan
- hacia las islas tuyas que me aguardan.
-
- Ahora bien,
- si poco a poco dejas de quererme
- dejaré de quererte poco a poco.
-
- Si de pronto
- me olvidas
- no me busques
- que ya te habré olvidado.
-
- Si consideras largo y loco
- el viento de banderas
- que pasa por mi vida y te decides
- a dejarme a la orilla
- del corazón en que tengo raíces,
- piensa
- que en ese día,
- a esa hora
- levantaré los brazos
- y saldrán mis raíces
- a buscar otra tierra.
-
- Pero
- si cada día,
- cada hora
- sientes que a mí estás destinada
- con dulzura implacable.
- Si cada día sube
- una flor a tus labios a buscarme,
- ay amor mío, ay mía,
- en mí todo ese fuego se repite,
- en mí nada se apaga ni se olvida,
- mi amor se nutre de tu amor, amada,
- y mientras vivas estará en tus brazos
- sin salir de los míos.
- EL OLVIDO
-
- Todo el amor en una copa
- ancha como la tierra, todo
- el amor con estrellas y espinas
- te di, pero anduviste
- con pies pequeños, con tacones sucios
- sobre el fuego, apagándolo.
-
- Ay gran amor, pequeña amada!
-
- No me detuve en la lucha.
- No dejé de marchar hacia la vida,
- hacia la paz, hacia el pan para todos,
- pero te alcé en mis brazos
- y te clavé a mis besos y te miré como jamás
- volverán a mirarte ojos humanos.
-
- Ay gran amor, pequeña amada!
-
- Entonces no mediste mi estatura,
- y al hombre que para ti apartó
- la sangre, el trigo, el agua
- confundiste
- con el pequeño insecto que te cayó en la falda.
-
- Ay gran amor, pequeña amada!
-
- No esperes que te mire en la distancia
- hacia atrás, permanece
- con lo que te dejé, pasea
- con mi fotografía traicionada,
- yo seguiré marchando,
- abriendo anchos caminos contra la sombra, haciendo
- suave la tierra, repartiendo
- la estrella para los que vienen.
-
- Quédate en el camino.
- Ha llegado la noche para ti.
- Tal vez de madrugada nos veremos de nuevo.
-
- Ay gran amor, pequeña amada!
- LAS MUCHACHAS
-
- Muchachas que buscabais
- el gran amor, el gran amor terrible,
- qué ha pasado, muchachas?
-
- Tal vez
- el tiempo, el tiempo!
-
- Porque ahora,
- aquí está, ved cómo pasa
- arrastrando las piedras celestes,
- destrozando las flores y las hojas,
- con un ruido de espumas azotadas
- contra todas las piedras de tu mundo,
- con un olor de esperma y de jazmines,
- junto a la luna sangrienta!
-
- Y ahora
- tocas el agua con tus pies pequeños,
- con tu pequeño corazón
- y no sabes qué hacer!
-
- Son mejores
- ciertos viajes nocturnos,
- ciertos departamentos,
- ciertos divertidísimos paseos,
- ciertos bailes sin mayor consecuencia
- que continuar el viaje!
-
- Muérete de miedo o de frío,
- o de duda,
- que yo con mis grandes pasos
- la encontraré,
- dentro de ti
- o lejos de ti,
- y ella me encontrará,
- la que no temblará frente al amor,
- la que estará fundida conmigo
- en la vida o la muerte!
- TÚ VENÍAS
-
- No me has hecho sufrir
- sino esperar.
-
- Aquellas horas
- enmarañadas, llenas
- de serpientes,
- cuando
- se me caía el alma y me ahogaba,
- tú venías andando,
- tú venías desnuda y arañada,
- tú llegabas sangrienta hasta mi lecho,
- novia mía,
- y entonces
- toda la noche caminamos
- durmiendo
- y cuando despertamos
- eras intacta y nueva,
- como si el grave viento de los sueños
- de nuevo hubiera dado
- fuego a tu cabellera
- y en trigo y plata hubiera sumergido
- tu cuerpo hasta dejarlo deslumbrante.
-
- Yo no sufrí amor mío,
- yo sólo te esperaba.
- Tenías que cambiar de corazón
- y de mirada
- después de haber tocado la profunda
- zona de mar que te entregó mi pecho.
- Tenías que salir del agua
- pura como una gota levantada
- por una ola nocturna.
-
- Novia mía, tuviste
- que morir y nacer, yo te esperaba
- Yo no sufrí buscándote,
- sabía que vendrías,
- una nueva mujer con lo que adoro
- de la que no adoraba,
- con tus ojos, tus manos y tu boca
- pero con otro corazón
- que amaneció a mi lado
- como si siempre hubiera estado allí
- para seguir conmigo para siempre.
- Pablo Neruda
- Los Versos del Capitán
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