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Sincero mi vientre
esta noche
que los botones
de tu camisa
son océanos donde
me pierdo
La llamada de tu voz
no cae sobre mi pelo
como en la cueva
que es mi cuerpo
se inundan las ansías
Me sigo bañando con la mirada que nunca me diste
sigo secándome con los cabellos que no me crecieron
y sigo enterrando el cuerpo que nunca murió
Ayer llegué a la casa que estaba sola de tí
y me encontré sentado esperando
tenía las mejillas hundidas, y las caderas quietas
ayer me ví acompañándome a mí mismo,
dándome palmaditas en la espalda
peinandome el hastío...
Si tan solo supieras
las eternas jornadas
que despiertan en mi
como un firmamente de soledad
tus palabras perdidas
en el paraje
de la indiferencia
y la casa llena de tu ausencia
se desborda en la calle
aquel sendero
que no te trae,
y me seco en los cabellos
el sudor
de entre las piernas
Ana Jaimes
Ernesto Aguilar
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